domingo, 20 de mayo de 2007

De nuevo el Líbano

En la ciudad de Trípoli se han sucedido a lo largo del día de hoy los enfrentamientos armados entre el Ejército libanés y los milicianos de un grupo extremista suní, con un trágico balance de muertos y heridos.

Guardo por el Líbano un afecto muy especial desde hace mucho tiempo, pero sobre todo desde que lo visité repetidamente en 2005 como Presidente de la Delegación de Observadores del Parlamento Europeo en las elecciones generales que tuvieron lugar en mayo y junio de ese año.

El Líbano es un pequeño gran país que se ha ganado duramente el derecho a vivir en paz, democracia y libertad, algo nada fácil de conseguir en un Próximo Oriente convulsionado desde hace décadas.

Quiero seguir apostando por el Líbano, por su pueblo, por sus instituciones.

Hace poco tuve la ocasión de cenar en Estrasburgo con Gassan Tueni, a cuyo hijo, vilmente asesinado en un atentado terrorista el año pasado, conocí en 2005 en Beirut.

La estatura moral de Tueni me pareció enorme. La inteligencia de su esposa, con la que departí en la cena, extraordinaria.

Gente como el Primer Ministro Fuad Siniora, que se enfrentó a la brutal agresión israelí del verano de 2006 y ha denunciado la irresponsabilidad de Hezbolá, deben tener todo nuestro apoyo desde la Unión Europea, desde España.

No dudo de que las Fuerzas Armadas libanesas cumplen hoy con su deber constitucional de defender la legalidad frente a quienes desean poner al Líbano de nuevo al borde del abismo.

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