Georgia: la UE adopta una posición moderada y constructiva gracias, entre otras razones, a la influencia de la España de Zapatero
El Consejo Europeo ha acordado en su reunión de Bruselas una postura constructiva respecto a la crisis abierta el pasado mes de agosto en el Cáucaso por la guerra entre Rusia y Georgia a propósito de Osetia del Sur. Frente a las posturas radicales encabezadas por el Presidente polaco, la UE ha optado por una posición moderada que privilegia la búsqueda de la estabilidad frente a la del enfrentamiento vía, por ejemplo, sanciones a Moscú. Está bien que sea así y debemos felicitarnos por ello y por el hecho de que la actuación de España, expresada por el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, haya contribuido decisivamente a conformar un acuerdo satisfactorio que refuerza la unidad y la capacidad de actuación de la UE. Y eso debe saberlo la opinión pública.
En mi opinión, sin embargo, conviene ir un poco más allá del día a día de esta crisis y preguntarse por cuestiones de profundidad para prevenir en el futuro nuevos conflictos y acabar con las causas de los errores que los han alentado. Ahí van tres reflexiones en ese sentido:
1) la guerra de agosto pone de manifiesto que es preciso construir un nuevo sistema de seguridad y cooperación en Europa que no puede ser sustituido por actuaciones puntuales y políticas concretas;
2) la UE tiene que asumir que Rusia ha sido, es y será parte de Europa; de lo contrario, se estará contentando a los radicales de Occidente -Kaczynski y compañía- y de Oriente -Putin entre ellos-;
3) el presupuesto comunitario no puede servir para financiar las aventuras de dirigentes irresponsables: no sé por qué la UE en su conjunto debe financiar la independencia unilateral de Kosovo cuando algunos estados miembros no reconocen -con mucha razón, visto lo que ha supuesto y, me temo, supondrá de ejemplo negativo para otros territorios europeos- tal decisión, ni tampoco por qué hay que pagar los platos rotos por personajes como el Presidente de Georgia.
Los árboles no nos deben impedir ver el bosque. Tampoco en el Cáucaso.
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