domingo, 31 de agosto de 2008

De la Universidad de La Rochelle a las elecciones europeas, pasando por las unanimidades.

Un año más, el viernes participé como ponente en la Universidad de Verano del Partido Socialista francés, que se celebra en La Rochelle. Concretamente, tomé la palabra en un taller sobre lo que los socialistas pueden hacer para sacar adelante el Tratado de Lisboa. Fue una discusión animada e interesante, de la que salió una conclusión clara: si queremos responder a los desafíos del presente y atender de forma adecuada a las aspiraciones ciudadanas, es preciso seguir avanzando en el proceso de construcción europeas hacia la culminación de la unión política, económica y social.

En La Rochelle coincidí con amigos y compañeros del Partido Socialista Europeo, del SPD alemán y del Partido Democrático italiano, entre otras formaciones invitadas a la Universidad de Verano. Mi impresión es que todos afrontamos las próximas elecciones europeas con el compromiso de aumentar la participación en las urnas y conseguir que los proyectos de izquierdas y derechas para gobernar la UE estén claros para los electores. A ello contribuirían dos factores esenciales: programas claros y un candidato de cada gran familia política a presidir la Comisión Europea. Lo primero trataremos de conseguirlo los días 1 y 2 de diciembre en Madrid, cuando celebremos el Consejo del Partido Socialista Europeo que adoptará su Manifiesto electoral. Lo segundo depende de la capacidad de acuerdo en el seno de cada familia y de convencer a los gobiernos de que eso -más allá de los necesarios acuerdos transversales entre agrupaciones políticas- es lo democráticamente más correcto y eficaz.

El Partido Socialista francés se enfrenta en noviembre a un Congreso complicado, con varios candidatos a convertirse en primer secretario: Royal, Delanoë, Moscovici y Aubry, hasta la fecha. Pero, frente a quienes consideran que eso es un problema, yo creo que que puede ser una ventaja, porque da vida al debate de ideas y proyectos, algo mucho más importante para una formación política -y, como decía antes, para la UE- que las atorrantes unanimidades.

En esto, el Partido Demócrata norteamericano, con la pugana Obama-Clinton, nos acaba de dar una gran lección, ¿a que sí?

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