Zapatero y las próximas elecciones europeas: reequilibrar en la Eurocámara la mayoría conservadora del Consejo para tener más y mejor Europa
El nuevo Secretario de Estado para la UE del Gobierno de España, Diego López Garrido, ha visitado esta semana el Parlamento Europeo, reunido en sesión plenaria en Estrasburgo. Es la segunda vez que acude a la Eurocámara desde que fue nombrado, hace apenas un mes. Buena señal del renovado compromiso del Ejecutivo español con la construcción europea, ahora que vivimos las vísperas del referéndum irlandés sobre el Tratado de Lisboa, que recoge en esencia el contenido de la Constitución que elaboramos en la Convención.
España presidirá el Consejo de la UE durante el primer semestre de 2010. El Presidente José Luis Rodríguez Zapatero señaló en su discurso de investidura que el éxito de esa cita es una de las prioridades de su programa. Si el Tratado de Lisboa sale finalmente adelante -cruzo los dedos al tiempo que espero la máxima movilización del europeísmo irlandés-, la presidencia española será la primera que tenga lugar con todas las nuevas responsabilidades institucionales de la Unión en funcionamiento y un Parlamento Europeo reción elegido en junio de 2009.
Nos toca en suerte, por lo tanto, poner en marcha todas las potencialidades de democracia y eficacia que representa el nuevo Tratado. Lo importante no es tanto que la ciudadanía perciba que Europa tiene nuevas estructuras para la toma de decisiones, sino que adopta decisiones para mejorar la vida cotidiana de la gente en todos los ámbitos, desde el empleo a la seguridad, pasando por la igualdad.
En las euroelecciones del año que viene tenemos que explicar que caben varias orientaciones para aplicar y desarrollar las competencias actuales y, sobre todo, futuras de la UE: la que impulsamos los socialistas y la que defienden los conservadores. Y, por lo tanto, que no será lo mismo tener un Parlamento Europeo mayoritariamente de derechas que uno de izquierdas y progresista. De ahí que sea clave promover el conocimiento del Programa Electoral del Partido Socialista Europeo, que entra en su última etapa de preparación, que culminará con el Consejo que lo aprobará en Madrid en noviembre de este año.
Una cosa más: tendemos a decir que las elecciones europeas deben ser eso, europeas. Estoy de acuerdo, pero sin confundir los términos. A ver: que sean europeas no significa ni que estén al margen del debate político nacional ni que en ellas no se jueguen cosas de comer, pues está claro que en lo que nos importa más en nuestra vida como ciudadanas y ciudadanos, la UE es -afortunadamente, por cierto, omnipresente.
Así que lo mejor es que España llegue a la Presidencia de la UE con un Parlamento Europeo que reequilibre de alguna forma la mayoría conservadora presente en el Consejo y esté dispuesta a empujar en la dirección de conseguir más y mejor Europa.
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