sábado, 27 de junio de 2009

Construir Europa requiere saber de dónde venimos

Siempre hay que evitar que los árboles no te dejen ver el bosque, sin duda.

Por eso, cuando uno sigue inmerso todos los días en la "gestión" de los asuntos europeos, es imprescindible tratar de mirar con perspectiva, sabiendo hacia donde queremos ir, es decir, actuar con criterio político.

Para conseguirlo, es imprescindible conocer en profundidad de donde venimos.

De lo contrario, la construcción europea se convierte en una edificación conceptual abstracta, casi de diseño, que trata de huir -aunque, obviamente, no pueda- de sus propios orígenes, de los que es tributaria en buena medida.

El obligado cambio biológico de generaciones o la invención voluntarista de conceptos -modernidad o post-modernidad, por ejemplo- no pueden ser un conjuro para huir de nuestro pasado, entre otras cosas porque lo necesitamos.

La tecnocracia nunca podrá superar a la historia por mucho que se lo proponga.

De ahí que cada vez que me reúno para hablar de Europa -desde lo pequeño hasta lo grande- vienen a mi mente los trazos de los años en las cuestiones que abordamos.

Precisamente por esa razón estoy disfrutando produndamente con la lectura del que fue Libro Europeo del Año 2008, a cuya ceremonia de proclamación tuve la oportunidad de asistir en Bruselas: "Post-guerra. Una historia de Europa desde 1945", del británico Tony Judt (publicado en España por Taurus).

Recorrer las páginas del libro hasta 2005 es un auténtico placer intelectual, acrecentado por su fácil lectura: no hay mejor novela que la propia realidad, desde luego.

En ellas están la desnazificación, el Plan Marshall, el nacimiento de las Comunidades Europeas o Suez; Churchill, De Gaulle o Adenauer; el baby boom, el crecimiento económico o la "crisis del petróleo"; Mayo del 68, la Primavera de Praga o la caída de las dictaduras en Portugal, Grecia y España; o la Convención que redactó la Constitución Europea (¡vaya, he entrado en la historia!).

Os lo recomiendo: estoy seguro de que, como yo, acabaréis devorándolo.

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