miércoles, 18 de febrero de 2009

Seguimos viviendo encima de un polvorín nuclear

La colisión entre dos submarinos nucleares -el Vanguard británico y el Triomphant francés- que tuvo lugar en el Atlántico a principios de mes y que esta semana ha conocido la opinión pública está generando sorpresa e incredulidad.

Más allá de lo llamativo que dos países miembros de la UE no sean capaces de intercambiar información sobre la localización de buques de propulsión atómica, creo que se está olvidando lo fundamental: que entre ambos navíos transportaban decenas de cabezas nuclares y que un choque serio hubiera podido dar lugar a una catátrofe de dimensiones descomunales.

Mis preguntas son tan simples como contundentes: ¿cuándo vamos a poner manos a la obra para conseguir el desarme nuclear?, ¿hasta cuándo vamos a seguir manteniendo arsenales de armas atómicas pensados para un mundo que ya no existe?, ¿alguien en su sano juicio considera de verdad a estas alturas que el concepto de disuasión nuclear sigue vigente?, ¿cuánto están pagando los ciudadanos en una época de crisis para mantener un capacidad de destrucción mutua asegurada -todo en minúsculas-?, ¿quién es el enemigo al que se pretende mantener a raya?

Seguimos viviendo encima de un polvorín que, no ya por la decisión demencial de un gobernante, sino por un error o un accidente, puede acabar con este Planeta. Los misiles intercontinentales o tácticos -¡qué sarcasmo!- siguen ahí, vivos y coleando, desde las praderas de Kentucky hasta la estepa rusa, pasando por los submarinos atómicos que son capaces de rozarse en pleno océano.

Para alguien como yo que en los ochenta militó en la Campaña de Desarme Nuclear y que estuvo en contra del despliegue de los Pershing, los Cruise y los SS20, acabar de con las armas atómicas sigue siendo una prioridad.

La UE debería actuar con determinación frente a una amenaza tan real como escalofriante.

Y Obama, ¿qué dice de esto?

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