De Telefónica a la publicidad en las televisiones generalistas: lamentable
Como muchos de vosotros, estoy de vacaciones fuera de casa. A fin de mantenerme conectado, me he llevado conmigo el portátil. Accedo a Internet a través de la conexión GPRS de Telefónica. Sinceramente, mi indignación aumenta por momentos: la susodicha conexión funciona a una velocidad tan baja que a uno le da tiempo de hacer un montón de cosas hasta que la barrita verde situada en la parte de abajo de la pantalla termina de cargar tal o cual página web. Está claro que el precio que se paga y el servicio que se recibe no tienen una relación directa, sino inversa. Lamentable.
Como lamentable es el tiempo que las televisiones generalistas (públicas o privadas) dedican a la publicidad. Francamente, produce cansancio y hastío. Está claro que la regulación europea en vigor no sirve y hay que cambiarla para reducir sustancialmente los máximos permitidos e incrementar cuantiosamente las multas para quienes los infrinjan. Mientras no sea así, las pantallas seguirán copadas por insufribles anuncios que, por cierto, se emiten a un volumen descomunalmente mayor que la programación normal.
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