Testimonio de un exiliado televisivo o Luis Aragonés en "Tengo una pregunta para Usted"

A falta de programas de debate entre responsables políticos, la fórmula puesta en marcha por TVE con el programa "Tengo una pregunta para Usted" no ha dejado de llenar un espacio lamentablemente vacío hasta su primera emisión. El seguimiento tanto de ese programa como de los debates entre Zapatero y Rajoy durante la reciente campaña electoral han desmentido reiteradamente el tópico de que la política explicada por quienes la ejercen por decisión popular y rindiendo cuentas de ello no interesa a los telespectadores y que, por lo tanto, las cadenas televisivas no pueden permitirse el lujo de situarla en franjas de máxima audiencia. Ello ha tenido, entre otras, dos consecuencias: saturar las tertulias de actualidad con periodistas -algunos están por la mañana desayunando, al mediodía con el aperitivo y por la noche tras la cena- y reducir a la mínima expresión la información política. ¿Alguien ha medido el tiempo que se le dedica en los informativos al deporte y el que se destina a la información política? No hace falta, salta a la vista. Pero mira por dónde TVE acaba de emitir una nueva edición de "Tengo una pregunta para Usted". Hubiera parecido lógico entrevistar al Presidente del Gobierno, para preguntarle por muchas cosas, como por ejemplo los criterios para formar el nuevo Ejecutivo. O a Rajoy, para que diera su opinión sobre el rumbo del PP. Pero no, el invitado ha superado todas las expectativas: Luis Aragonés, el entrenador de la selección nacional de fútbol. Contra él no tengo nada. Pero sí contra el criterio de sustituir a quienes tienen mucho que explicar por quienes tienen poco que decir. Se me dirá: ¡es lo que quieren los espectadores, ahí están los índices de audiencia alcanzados!, utilizando mi anterior argumento. ¡Claro, claro, por supuesto! Pues en este caso ni eso, porque el porcentaje de audiencia total se ha quedado en un escasísimo 13'5: un desastre, vaya. Además, una televisión pública no está pensada solo para eso. Seguramente clamo en el desierto. Al igual que cuando pregunto dónde están los programas de información y debate sobre asuntos europeos. O cuando sigo indignándome por la programación de TVE internacional. Mientras no obtenga respuesta, me refugiaré en los periódicos, en el cine o en la RAI, TF1 o la BBC. Me siento como un exilidado televisivo, la verdad.