Lo importante del barómetro del CIS de enero
El último barómetro del CIS de enero contiene una prospectiva de intención de voto, hecho que lógicamente ha atrapado la atención de los medios de comunicación y las direcciones de los partidos. Sin embargo, a mi no me parece lo más relevante de la encuesta.
En mi opinión, los datos más subrayables se refieren a la desconfianza en la política. Así, el 70 % de los encuestados cree que los políticos no se ocupan de él, el 69 % considera que quien está en el poder persigue intereses personales, los que no hablan nunca de política triplican a los que lo hacen a menudo y el 40 % no lee las secciones políticas de los periódicos ni ve programas sobre política en televisión.
Impresionante y preocupante, desde luego. Una situación así ni es deseable ni es sostenible si se quiere una democracia fuerte y viva.
Responsabilidades en esa situación las tenemos todos los que nos dedicamos a la cosa pública, lo que nos debería llevar a buscarle soluciones rápidas y eficaces.
Una: que el debate político salga del círculo vicioso de centrarse en dos o tres cuestiones casi exclusivas, que son muy importantes, pero no pueden ser únicas, porque la vida cotidiana en un verdadero mosaico de preocupaciones y aspiraciones.
Dos: que el debate político sea real, es decir, que se haga pensando en la implicación ciudadana en el mismo y no solo en la dinámica acción-reacción entre partidos, que cansa y aleja al tiempo.
Tres: la necesidad de que la ciudadanía sienta la capacidad de decidir en términos mucho más reales que hoy sobre la agenda y los representantes públicos. Creo imprescindible retomar la reflexión sobre las listas abiertas y el tamaño de las circunscripciones, francamente, porque con la situación actual de puro desconocimiento y carencia de control sobre el político electo no vamos bien (seguiré reflexionando sobre este tema en próximas entradas, lo prometo).
Cuarto: extender el debate político en los medios de comunicación; no puede ser que en nuestro país no haya programas de debate político/ciudadano en televisiones y radios; da gusto verlos en Francia o Italia, por ejemplo, y da pena lo que nosotros tenemos: me parece muy bien que los periodistas participen en tertulias, pero no que hayan sustituido a los representantes políticos en las mismas, o que TVE tenga un único programa con igual formato y encima a horas increíbles.
Así vamos mal.
Y atención a la izquierda: a la derecha, que tiene movilizado a su electorado, puede darle lo mismo, pero a los progresistas esa desconfianza en la política debería preocuparles especialmente porque, entérminos electorales, su traducción puede ser la abstención. ¡Ojo al parche!
1 comentario:
Tiene usted toda la razón, señor Carnero.
El Gobierno tiene que dejar de seguirle el juego al PP (sin dejar de contestar lo que deba ser contestado, no digo que no) y ser valiente en sus planteamientos sin estar mirando de reojo hacia la derecha.
Por otra parte, también le doy la razón en ese apunte acerca de la abstención de los votantes de izquierdas, ¿de qué sirve que seamos más si al final no votamos?
Hace falta que Zapatero vuelva a ilusionarnos como lo estábamos en 2004, pero ¿cómo hacerlo sin caer en el autobombo que practica tan a la perfección el PP? Es compleja esta cuestión, y no me atreveré a dar una respuesta.
Hasta pronto, tocayo.
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