domingo, 7 de enero de 2007

Historia y futuro de Europa

Pensando en el futuro de Europa, o sea, en la Constitución de la UE, he publicado hoy en El País una Carta al Director cuyo texto es el siguiente:

Sobre la Constitución europea

Hasta hace poco solía hablarse de dos grandes tendencias de pensamiento sobre la construcción europea: el europeísmo y el euroescepticismo. Tras leer el artículo de Ignacio Sotelo La doble presidencia alemana [publicado en Internacional el viernes 5 de enero], he llegado a la conclusión de que ha surgido con fuerza una tercera vía: el euroensañamiento. ¿Cuáles son sus postulados? Desde luego, certificar categóricamente que la Constitución europea ha fallecido y que la malhadada convención que la elaboró alcanzó la cima de la confusión al denominar así al nuevo tratado, eso sí, todo ello sin proponer soluciones a la crisis que vive la Unión.

Los miembros de la convención pudimos hacerlo mucho mejor, pero conseguimos consensuar (buen término) de forma transparente -no de madrugada y de tapadillo, como se había hecho siempre con los tratados- un instrumento constitucional con el que la Unión pudiera responder a las demandas de la ciudadanía: ojalá tuviéramos ya en vigor la Constitución cuando hablamos de política exterior, seguridad, Europa social, lucha contra la discriminación, migraciones, energía o cambio climático.

Una Constitución europea ratificada ya por 18 Estados en los que vive la mayoría absoluta de la ciudadanía comunitaria no está muerta. Pero discutir eso es lo de menos. Lo importante es trabajar para que un amplio acuerdo político y ciudadano permita sacarla adelante con la forma final que sea menester y garantizando sus principales avances, que son muchos y muy importantes: desde la Carta de Derechos Fundamentales hasta la ampliación de la mayoría cualificada, desde las nuevas políticas hasta el aumento de poderes del Parlamento Europeo (¡que seguro que también es un bodrio de Cámara para los del euroensañamiento!).La Eurocámara acaba de pronunciarse en tal sentido hace unas semanas. Y España tiene el mandato de trabajar por ello y así lo está haciendo. Porque, aunque la nueva tercera vía no se acuerde, aquí, como en Francia, Holanda y Luxemburgo, también hubo referéndum, y sus resultados valen tanto como los de los demás.


Creo que fomentar el debate, no aceptando ningún dogma -ni propio ni ajeno, por mucho que se repita- y argumentando las propias ideas es algo imprescindible para encontrar las respuestas adecuadas en el proceso de construcción europea. Por eso polemizo modestamente con mi carta con el Sr. Sotelo, cuyas ideas siempre me han parecido muy interesantes -aunque discrepe de ellas en ocasiones- y al que guardo un gran respeto personal e intelectual.

Reflexionar sobre el futuro debe hacerse con los pies en la historia. Por eso recomiendo un excelente libro que estoy leyendo despacio (tiene 1.200 páginas): "Postguerra (una historia de Europa desde 1945)", de Tony Judt, publicado en España por Taurus.

Los que navegamos con nuestra barquita-blog en el ciberespacio debemos recordar siempre que nada puede sustituir a un buen libro cuyo papel pueda sentirse.

¿Entráis en la polémica?

Hasta mañana con un gran abrazo.

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