lunes, 9 de enero de 2012

¿Estará España el 20 de enero en la reunión de Alemania, Francia e Italia? Rajoy tiene la palabra


Empieza 2012 y la UE lo estrena frenéticamente. Una vez más, aseguran algunos, la cuestión es salvar el euro.

Dudo mucho de que el euro esté en peligro de desaparecer. No hay factores objetivos que avalen tal posibilidad, porque una cosa es estar en dificultades y otra muy distinta en peligro de muerte.

Sin embargo, ha llegado la hora de aplicar lo decidido en la Cumbre de Bruselas de diciembre para poner en marcha un Tratado internacional a 17 o más que facilite y fortalezca la gestión de la moneda única.

Se puede hacer sin añadir otros debates o asumiendo que lo acordado en diciembre no es suficiente para retomar la senda del crecimiento y el empleo.

Parece evidente que la austeridad por la austeridad no es la receta para salir de la crisis, por mucho que se empeñen gobiernos como el español, cuyas decisiones pueden llevarnos a una profunda recesión que eleve en cientos de miles los puestos de trabajo destruidos en los próximos doce meses.

Hace falta equilibrar la austeridad con las políticas activas desde lo público que ayuden a reactivar la economía. Más ajustes ahora son innecesarios por contraproducentes.

De ahí la importancia de que un país como España fuera capaz de contribuir a reorientar la política europea. Lamentablemente, los planes del Gobierno van en la dirección contraria.

El 20 de enero se reunirán Alemania, Francia e Italia en las personas de su canciller, presidente y primer ministro. Al parecer, España ni está convocada ni se la espera.

Sea cual sea la posición del Ejecutivo español, sería bueno que nuestro país tomara parte en este tipo de encuentros, claves para la cita del Consejo Europeo del 30 de enero y para otras decisiones. Lo ha declarado López Garrido y lleva razón.

¿Será capaz Rajoy de moverse para estar? Y si lo hace, ¿qué dirá?

Me pregunto, por ejemplo, si el PP, ahora en La Moncloa, seguirá oponiéndose a la tasa sobre las transacciones financieras internacionales que la UE respalda y Sarkozy está empeñado en implantar cuanto antes, incluso en solitario.

Les deseo lo mejor a mis antiguos colegas y amigos en el Parlamento Europeo ahora al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores y de su Secretaría de Estado para la UE, García Margallo y Méndez de Vigo, que son políticos capaces, experimentados y europeístas, cuyo nombramiento ha sido para muchos, entre los que me cuento, una buena noticia.

Tienen ya, a la vuelta de la esquina, una buena oportunidad de demostrar su visión europea consiguiendo que España esté en la reunión del 20 de enero y promueva posiciones de mayor equilibrio entre austeridad y crecimiento en las políticas de la Unión. No estar sería negativo, un fracaso por acción u omisión. Pero estar para no decir nada o actuar de rémora, también.

Llegó el tiempo de hacer desde el gobierno y ser criticado o aplaudido por los resultados obtenidos. Eso es democracia.

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