jueves, 3 de noviembre de 2011

Cuando la realidad puede ser soñada: Rubalcaba vencedor y Rajoy en La Moncloa


Pocas veces he leído algo tan bueno como el artículo que publica Pedro Díez (el Presidente de la Asamblea de Madrid que la llevó a Vallecas, sí señor) en Nueva Tribuna con el título Ucronías futuras I: despertares, que copio a continuación y tenéis en el enlace. Me ha hecho reir, me ha emocionado y, sobre todo, me ha aún más ganas de votar socialista el 20-N. Disfrutadlo.

Ucronías futuras I: Despertares

Pedro Díez Olazábal

Algo estaba pasando. Las encuestas de salida de los colegios electorales arrojaban datos absolutamente dispares según los diferentes medios de comunicación. Unos confirmaban la victoria del PP, tal como habían venido pronosticando. Otros sin embargo apuntaban que podría haberse dado un resultado sorprendente. Nadie salía a decirle nada a la peña.

En Génova guardaban un silencio inquietante y decían los reporteros allí destacados, que aún no había sido descorchada botella de champán alguna. Los máximos dirigentes de esa formación política permanecían encerrados en una sala y entre los miles de afiliados concentrados en los alrededores del edificio, reinaba una extraña calma. Un rumor no confirmado aseguraba que se había visto a Gallardón cruzar como una exhalación un pasillo en busca de los retretes y tenía mala cara. En Ferraz, por el contrario, los periodistas comunicaban que los dirigentes reunidos en el interior de la sede socialista y las pocas docenas de militantes que aguardaban extramuros, iban pasando del mutismo inicial a un murmullo cada vez más alto. La sorpresa inicial se transformaba progresivamente en euforia contenida trufada de incredulidad.

A las dos horas, se confirmaban las primeras sospechas: con más del sesenta por ciento de las mesas electorales de toda España escrutado, el PSOE aventajaba al PP en varios miles de votos, pocos, pero que ya dejaban muy claro que Rajoy no ganaba y que, pese a todo, Rubalcaba sería el encargado de formar Gobierno, aunque en minoría. En un Congreso con una presencia importante de IU y de los verdes de Equo, en el que las candidaturas nacionalistas repetían resultados y UPD no alcanzaba sus expectativas. Lo contrario de lo que habían venido profetizando analistas y sociólogos desde que el PSOE se había desplomado en las encuestas.

Al filo de las 2 de la madrugada, Rubalcaba hacia acto de presencia ante la prensa y los miles de afiliados y simpatizantes socialistas que – ahora sí – abarrotaban la sede y calles adyacentes, entre aplausos y gritos de júbilo. Se había frenado a la derecha y los españoles habían votado una mayoría de progreso para hacer políticas socialdemócratas y para abordar la salida de la crisis de manera diferente: con políticas de inversión pública y de estímulos y apoyo a la creación de empleo. Un giro copernicano con relación a la línea adoptada por la Unión Europea y a la que el Gobierno saliente había desarrollado.

Algunos diarios y emisoras de TDT despertaban de su estupefacción y comenzaban a lanzar arengas desde sus antenas y páginas digitales: ¡Pucherazo! ¡Otra vez el pérfido Rubalcaba! ¡Esta no es la Hispania de Gárgoris y Habidis - bramaba Sánchez Dragó – me largo a Katmandú! Un demudado González Pons salía ya pasadas las tres de la mañana a farfullar algo como que no sabían muy bien qué había pasado y que iban a exigir una revisión a la Junta Electoral y al Supremo y al Constitucional, porque según el guión, les tocaba a ellos. Aguirre fue la única que, ya apuntando el alba, había declarado que Rajoy la había pifiado de nuevo y que hacía falta un liderazgo fuerte de la derecha.

De pronto fijé mis ojos en la pantalla del televisor en el que una imagen desdibujada, en tono monocorde, explicaba alguna cosa. Me froté los ojos. Presté atención. Era Urdaci leyendo las noticias de las nueve. Informaba del “fracaso” de la tercera huelga general en dos años del Gobierno del PP que los sindicatos “ceceoo y ugete” habían convocado para protestar por la privatización de la enseñanza y la sanidad, el despido masivo de empleados públicos y el alto nivel de desempleo, que ya alcanzaba los seis millones de parados, culpa claro está, decía el presentador, de las erróneas políticas del anterior Gobierno de Zapatero. Además, leía sin pausa: el juzgado de primera instancia había cursado órdenes de detención contra los participantes en piquetes informativos, incluidos Toxo y Méndez, en aplicación de la nueva ley de huelga siguiendo así el camino que varias docenas de “indignados” habían seguido en meses anteriores por haber intentado ocupar otra vez la Puerta del Sol.

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