martes, 23 de noviembre de 2010

Responsabilidad y sensatez, patriotismo, al fin y al cabo, en estos momentos difíciles

Vuelvo a Madrid tras haber viajado a Bruselas en la Delegación de la Ministra de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Trinidad Jiménez, que ha asistido al Consejo de Asuntos Generales y al Consejo de Asuntos Exteriores de la UE. Buenos resultados de esas reuniones, buena gestión de España en las mismas, acierto de la Ministra.

Tales encuentros han coincidido con los primeros pasos para articular la ayuda internacional y europea a Irlanda, a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiera, que demuestra ahora toda la utilidad de su creación durante la Presidencia Española de la UE, en mayo.

Los mercados financieros, los especuladores en los mismos, más exactamente, no han parado de atacar desde comienzos de año y lo seguirán haciendo, estoy convencido. Les da igual que no haya razones objetivas para la desconfianza hacia España, como todos los analistas reconocen.

Pero la mejor manera de responderles eficazmente es fortaleciendo tanto la solidaridad europea como saneando las finanzas públicas y privadas de los estados miembros, como ha hecho España desde hace muchos meses gracias a las decisiones adoptadas por el Gobierno casi en solitario. Medidas que hay que seguir aplicando, conscientes de que no serán necesarios ajustes adicionales.

Cuando arrecian los ataques, cuando muchos quieren comparar a España con otros países sabiendo que la realidad es absolutamente diferente, lo fundamental es actuar con sentido de Estado, con una gran responsabilidad.

Todas las fuerzas políticas y sociales, todas -y no solo el Partido del Gobierno, que ya lo hace con acierto y coraje-, están llamadas a comportarse de esa forma: con sensatez y mirando el interés colectivo, con patriotismo, que la palabra no está de más en coyunturas como esta. El PP debería dejar de fomentar la desconfianza, con mensajes injustos, falsos, tendenciosos e impresentables no contra el gobierno, sino contra el país.

No es ocioso hacerles un llamamiento -quizá el enésimo, pero nunca el último- para que actúen así, al menos para que luego puedan reclamar su parte en el éxito fruto del esfuerzo en vez de cargar con su parte de culpa. Ni más ni menos.

Por cierto, vaya por delante mi acuerdo con la resolución adoptada hoy por el Parlamento Europeo pidiendo al Banco Central Europeo que compre deuda pública de los estados miembros de la Unión, desbaratando los planes de los chacales. Lo hace la Reserva Federal en los Estados Unidos, lógicamente.

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