miércoles, 10 de febrero de 2010

Europa como solución

En la víspera del Consejo Europeo informal convocado por su Presidente, Van Rompuy, publico en Nueva Tribuna un nuevo artículo: "Europa como solución", que reproduzco a continuación y tenéis en el enlace:

"Europa como solución"

Para quien ha sido eurodiputado durante quince años, resulta una experiencia especialmente interesante sentarse en la primera fila reservada en el hemiciclo de Estrasburgo al Consejo de la Unión Europea y poder analizar desde esa perspectiva cómo se conforma la opinión de una Cámara que representa a 500 millones de ciudadanos, especialmente en momentos tan críticos como los que vivimos. Ha sido mi caso esta semana, acompañando al Secretario de Estado para la UE de España, Diego López Garrido, en su calidad de representante de la Presidencia Española.

Mi primera conclusión es tan clara como estimulante: la democracia europea –ahora ya tan competa como la que encarna cualquier estado de derecho gracias al Tratado de Lisboa- es demasiado sólida como para que el denodado intento de los especuladores empeñados en agrietar el euro pueda llegar a tener éxito. Desesperante para ellos, tranquilizador para nosotros. La gran mayoría del Parlamento Europeo coincidió con y apoyó a la Presidencia Española en su voluntad de conseguir que la crisis se convierta en una oportunidad no desaprovechada para ir más allá de la actual unión monetaria –ya de por sí extraordinaria-, avanzando en la definición de una verdadera unión económica que tenga como uno de sus instrumentos a corto y medio plazo una Estrategia de Crecimiento y Empleo orientada, a través de la fijación de objetivos vinculantes, a crear empleo de calidad y renovar a fondo el modelo productivo. Eso significará fortalecer el euro y hacerlo todavía más útil para los intereses de la ciudadanía.

La segunda conclusión es que la nueva Comisión Europea, recién aprobada por el Parlamento con una amplísima mayoría transversal, va a ser el principal aliado de la Presidencia Española para impulsar el proyecto de unión económica que la UE necesita. La incuestionable solidez de Europa se reforzará extraordinariamente por ese camino, aplicando el sencillo principio de las economías de escala. De forma que la mayor integración de los países miembros en las cosas del día a día potenciará a todos y cada uno de ellos al mismo tiempo, desde sus propias características pero un marco nítidamente compartido.

La tercera conclusión es que los electos europeos tienen muy claro que quien ha resistido mejor a la crisis ha sido precisamente la UE. Llama la atención, sin embargo, que la opinión pública no reciba con suficiente claridad ese mensaje, de forma que puede llegar a pensar que “fuera se vive mejor”. Una de las mejores intervenciones durante el debate dedicado esta semana por el Parlamento Europeo a la actual coyuntura de la crisis fue, en mi opinión, la del socialista luxemburgués Robert Goebbels, que apuntó, por ejemplo, que los Estados Unidos dedican ¡5.000 millones de dólares diarios! al pago de su deuda, una cifra tan elevada que con ella en solo una semana se habría amortizado toda la que tiene acumulada Grecia. ¿Lo saben los editorialistas, articulistas y blogueros de los periódicos que llevan semanas inmersos en una oleada nada disimulada de ataques contra el euro, la UE y, por descontado, su Presidencia semestral? Por supuesto.

Y la última conclusión es esta: la mayoría de los dirigentes políticos europeos apuestan por el rigor en las finanzas públicas como un elemento imprescindible para la solidez del euro (¿nos damos cuenta del coste que hubiera tenido en estos años no haber creado la moneda única?) y, al mismo tiempo, tanto por una cuestión de valores como de eficiencia, por el mantenimiento y desarrollo del estado del bienestar que caracteriza la economía social de mercado que somos como UE y como estados miembros de la misma. Esa es la mejor noticia para la ciudadanía.

Ser críticos con nosotros mismos forma parte de la esencia europea. De ahí a afirmar demasiado rápido que la UE es irrelevante –en Copenhague o en los problemas económicos- media el trecho de la lógica. En unos meses –precisamente durante la Presidencia Española, objetivo de muchos fuegos cruzados por haberse atrevido a hablar de unión económica europea- veremos los resultados, no porque vengan de la generación espontánea, sino de nuestra capacidad para utilizar lo mejor que hemos creado: la UE, mal que les pese a algunos.

Carlos Carnero

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