lunes, 21 de diciembre de 2009

Lo que Europa espera: mi artículo hoy en Cinco Días

Hoy publico un artículo en el periódico Cinco Días sobre la Presidencia Española de la UE con el título "Lo que Europa espera". Lo tenéis en este enlace y lo reproduzco a continuación:

LO QUE EUROPA ESPERA

Desde que comencé mi actividad europea, hace ya más de tres lustros, he vivido directamente treinta y una presidencias semestrales del Consejo de la UE. Se dice pronto. De algunas me acuerdo perfectamente. De la mayoría no guardo una memoria diferenciada. De otras, sencillamente, hubiera preferido olvidarme.

Seis meses al frente de la Unión dan para mucho. Quizás no para cambiar el mundo, pero sí para situarse en una de las dos posibilidades existentes desde siempre en la construcción europea: hacer avanzar las cosas o hacerlas retroceder (algo que también se puede lograr instalando el estancamiento).

España ha ejercido la responsabilidad de encabezar Europa en tres ocasiones: 1989, 1995 y 2002. En todos los casos -aunque en diferente grado, con distinto formato y matizada orientación-, nuestro país ha conseguido que Europa diera pasos hacia adelante. Ahí están el Proceso de Barcelona, el impulso de la asociación birregional con América Latina, la Agenda Transatlántica, el lanzamiento de la Convención Europea o la vertebración del Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia para demostrarlo.

Ahora llegamos a la presidencia semestral en el momento y el lugar más oportunos para volver a jugar el papel de motor de la construcción europea. No me cansaré de repetir que es de justicia para España y de interés para la UE que así sea. De justicia, porque fue gracias al referéndum sobre la Constitución Europea que el proceso constituyente se mantuvo a pesar de los trompicones en Francia y Holanda, desembocando en el Tratado de Lisboa: ¡sigue pareciéndome increíble con que facilidad dejamos de reivindicar nuestros aciertos! Y de interés, porque nuestro país parece hecho a la medida del momento: no somos el más grande de la Unión, pero sí uno de los más potentes; la historia y la geografía nos facilitan el contacto con América y el Mediterráneo y la identidad de visiones de fondo nos acerca más que a nadie a la actual Casa Blanca; estamos capacitados por nuestra propia trayectoria para entender la importancia de continuar la ampliación; la crisis económica nos convierte en los más interesados en diseñar una salida a la misma, basada en una concepción social y sostenible; como siempre hemos apostado por la profundización política de la Unión, podremos empujar el desarrollo ambicioso de la recién estrenada norma fundamental comunitaria; y, por si faltaba algo, encarnamos el enorme valor añadido que es la pluralidad europea, empezando por el idioma, el segundo materno más hablado en el Planeta. ¿Alguien da más?

Europa no espera de España una presidencia pacata, sino un semestre útil, y tan pragmático como lleno de visión a largo plazo. Lo que se nos demanda son seis meses decididamente europeístas, que permitan recuperar el orgullo ciudadano por el éxito que hemos construido juntos en las últimas seis décadas: esa primera democracia supranacional basada en una economía social de mercado comprometida con la libertad y los derechos humanos que llamamos Unión Europea. Por eso, nuestra tarea va a ser transmitir un mensaje nítido: Europa ha vuelto para quedarse.

Estoy convencido de que se equivocan quienes piensan que el mundo estará gobernado en el futuro por un G-2 formado por los Estados Unidos y China. Sencillamente, porque es imposible pasar de la UE a la vista de su fuerza política, económica y cultural. Pero dependerá de nosotros mismos la cuota de influencia que tengamos. Y, a su vez, el bienestar del conjunto de los hombres y mujeres del Planeta dependerá de tal influencia, porque los valores que representamos son los más avanzados.

Comienza una nueva Europa, no solo otra fase más en la UE. A España le toca conseguir que los primeros pasos se den en la dirección correcta. Si lo conseguimos -de lo que estoy convencido-, nuestra imagen como país capaz de estar en la dirección de los asuntos europeos e internacionales seguirá reforzándose. La pericia del Gobierno, la unidad de los partidos y la sinergia de todas las instituciones será básica para el éxito. Pero aún más importante será el compromiso ciudadano, pues nuestra fuerza en la UE se basa en buena medida en nuestro europeísmo colectivo. Tanto que al final del semestre deberemos utilizar dos baremos para medir hasta dónde hemos llegado: que todos los aviones europeos en forma de proyectos estén volando sin novedad y que España sea todavía más europeísta si cabe. De ser así, habrá merecido la pena el esfuerzo.

Carlos Carnero. Embajador en misión especial para proyectos en el marco de la integración europea y antiguo eurodiputado

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