miércoles, 20 de mayo de 2009

Mi artículo en la web de la Fundación Sistema - Europeas: ciudadanía frente a abstención

Esta noche comienza la campaña de la europeas. Sobre esas elecciones acabo de publicar un artículo en la web de la Fundación Sistema titulado "Europeas: ciuadanía frente a abstención" que tenéis en el enlace y reproduzco a continuación.

EUROPEAS: CIUDADANÍA FRENTE ABSTENCIÓN

Todas las elecciones son importantes…incluidas las europeas, aunque todavía muchos no lo sepan. Un año más, ese es el enorme problema al que se enfrentan los comicios al Parlamento Europeo: que la mayoría ciudadana no sea plenamente consciente de que buena parte de su vida cotidiana, presente y futura, se juega en la composición de la Eurocámara que salga de las urnas entre el 4 y el 7 de junio, horquilla temporal para el voto en los 27 países miembros de la UE.

Hasta la fecha, ni las instituciones, ni los partidos, ni la sociedad civil organizada han sido de capaces de revertir la tendencia que certifica, cada cinco años, que la euroabstención sigue creciendo cuando se trata de elegir al Parlamento Europeo. Tan lejanas como inalcanzables quedan las cifras de participación de la primera vez que se utilizó el sufragio universal directo, en 1979. En realidad, la abstención de cada elección anterior hace de la registrada en la siguiente un dato todavía peor.

¿Hasta dónde se va a recorrer esa cuesta abajo en la participación que debilita y deslegitima a la UE hacia dentro y hacia fuera? ¿Hasta qué porcentaje de voto con los pies podrá aguantar un Parlamento Europeo que paradójicamente, de entrar en vigor el Tratado de Lisboa –heredero de la Constitución que redactamos en la Convención, bien es verdad que sin su nombre, sin su claridad y sin algunas de sus disposiciones-, suma cada vez mayores poderes legislativos y de control?

El freno a la rodada hay que echarlo ya. ¿Cómo? Tomándose Europa en serio.

Ello implica que la información y el debate sobre la UE sean de verdad en una prioridad diaria. Como en los otros 26 países, en el nuestro los españoles están llamados a votar como nacionales, pero todavía no se ha hecho el esfuerzo de conseguir que acudan a las urnas en tanto que ciudadanos europeos, plenamente conscientes de esa condición y de los derechos que la caracterizan. La inexistencia de ese sentido común colectivo de ciudadanía europea fragmenta en términos estatales la convocatoria electoral, haciéndole perder fuerza y ser poco atractiva. Promoverlo es, pues, imprescindible.

El sentido europeo del voto vendrá dado por tres factores: uno, el conocimiento de que la UE cuenta con competencias en casi todos los terrenos que importan y el Parlamento Europeo es un legislativo cada vez más pleno en los mismos; dos, que los partidos políticos presenten como oferta electoral los programas adoptados en el marco de sus familias políticas comunitarias, evitando caer en una nacionalización de mira estrecha de los comicios; tres, que en el futuro se consiga –como hemos intentado, una vez más sin éxito, durante esta legislatura- abrir la puerta a la presentación de candidaturas transnacionales de los partidos europeos.

En nuestro país, además, el sistema electoral para las europeas –el más puramente democrático, con circunscripción única, sin las distorsiones de las hectáreas o los mínimos por abajo- permitiría introducir un elemento novedoso que, además, paliaría la lejanía geográfica de la Eurocámara respecto al elector: las listas abiertas, de forma que uno pueda decantarse por una opción política y, en su seno, por candidatos avalados por su mérito y capacidad.

En todo caso, aquí los partidos deberían fijarse al menos un objetivo compartido: que la participación supere el 50 % del censo, aunque sea con un voto. Conseguirlo sería un éxito de todos que reforzaría el alcance –ya de por sí enorme- de la Presidencia española de la UE en 2010.

En junio elegiremos un nuevo Parlamento Europeo. Haya una mayoría política u otra, la UE no desaparecerá, pero sí orientará su actuación en términos progresistas o conservadores, como en toda democracia (y esta es la primera supranacional). Lo que está por ver es si la Unión, con cifras aún mayores de abstención que en el pasado –de cumplirse las previsiones, que ojalá se equivoquen-, podrá intervenir con plena eficacia en temas como la crisis económica, el cambio climático y la acción exterior o si, como parece más probable, se quedará estancada y será presa de la desconfianza entre los estados que la componen.

De nosotros depende.

Carlos Carnero

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