lunes, 31 de octubre de 2011

Cosas que pasan

Desde la última vez que hablamos, han pasado muchas cosas.

Por ejemplo, las decisiones de la Cumbre de la Eurozona: después de tanto comentarista augurando su fracaso, va y sale bien. ¡Qúe contrariedad para algunos! Ya lo dice hoy Jean Marie Colombani en su artículo en El País: "Estamos lejos de las caricaturas. Así, el comentario dominante anunciaba a una Alemania nostálgica del deutsche Mark y dispuesta a salir de Europa. En unas horas, el mismo comentario se transformó en un toque de atención contra los dictados de Alemania en la cumbre de Bruselas."

Por mi parte, llevo casi dos semanas participando en actos europeos y europeístas:de la Fundación 1 de Mayo sobre la crisis de la deuda, de la Fundación Alternativas sobre fiscalidad europea, las Jornadas organizadas por la Fundación CIVES en Valladolid y las de la Federación de Mujeres Progresistas en Madrid, ambas sobre ciudadanía activa.

En fin, esto se mueve y mucho, no paramos.

Tanto como el panorama político, en el que cada vez es más nítida la diferencia de ideas y propuestas entre Rubalcaba y Rajoy.

Rubalcaba, renovando el discurso con autocrítica, defendiendo la austeridad bien entendida y la prioridad de la inversión pública junto con el estado del bienestar, más Europa, más igualdad. Y una gestión correcta del éxito del Gobierno Zapatero, y de él mismo en particular cuando fue ministro del interior, de haber arrinconado a ETA hasta conseguir que los terroristas anuncien el fin definitivo de su violencia contra la democracia y todos nosotros.

¿Y Rajoy? Afortundamente, hoy hemos conocido la solución a los problemas de España en forma de Programa electoral del PP.

Así que este era el programa de Rajoy, guardado bajo siete llaves hasta 20 días antes de las elecciones. Esto y solo esto: bajar los impuestos del capital y los sueldos. O sea, ricos y pobres, los de arriba y los de abajo, lo de siempre, como Dios manda. Gracias por las aclaraciones.

miércoles, 19 de octubre de 2011

III Conferencia Progreso Global: un éxito


Estos días he asistido como participante a la III Conferencia Progreso Global, organizada por la Fundación Ideas, que preside Jesús Caldera.

Sin duda, ha sido un éxito: por lo asistencia de líderes progresistas y por el discurso compartido de la misma, explicitado en una declaración común.

Una resolución que pone de manifiesto que la salida a la crisis no es única ni tiene por qué ser neoliberal.

Al contrario, que hay una salida desde la izquierda que demuestra que es posible salir de la crisis fortaleciendo el estado del bienestar, reduciendo las desigualdades y ampliando la democracia.

Una salida que, en todo caso, necesita de la Unión Europea para hacerse realidad en el mundo y en cada uno de nuestros países.

Pues, como afirmó Lula da Silva en su discurso, "la UE es un patrimonia democrático de la humanidad".

En esa dirección fue también la ihntervención de Alfredo Pérez Rubalcaba, como lo fueron las de Gordon Brown, Poul Nyrup Rasmussen, FranÇois Hollande, Antonio Seguro o John Podesta.

Todos ellos dieron su respaldo a la candidatura de Rubalcaba a La Moncloa para que España siga contando con un gobierno europeísta y de progreso.

lunes, 17 de octubre de 2011

Las propuestas del PSOE: mi artículo en Nueva Tribuna


Cuando una Conferencia es más que un escenario

Carlos Carnero

El panorama informativo español tiende a presentar sin distinción las conferencias o congresos de los partidos como meros decorados para el lucimiento –o no- de su “líderes”, con unas organizaciones predispuestas al aplauso fácil y la repetición ritual de las cuatro consignas del momento. Por supuesto, los partidos han contribuido más que nadie a que esa situación se haya convertido en una norma que, a corto o medio plazo, terminará golpeando a lo que representan como columna vertebral de la democracia.

Por eso salí con buen sabor de boca de la Conferencia Política del PSOE celebrada a principios de octubre y a la que asistí como delegado: porque, a diferencia de ocasiones anteriores, esta vez el decorado fue lo de menos y el contenido lo de más. Hasta el punto de que, frente a esa frase tonta de “hay partido” –cuando los símiles futbolísticos o taurinos se adueñan del lenguaje político, mal vamos de profundidad intelectual-, esta vez lo cierto es que “hubo debate”.

La discusión fue profunda y rigurosa en todos los terrenos, como requería una Conferencia llamada a perfilar los contornos de lo que en su momento será el programa electoral que se presente a la ciudadanía para las elecciones generales del 20 de noviembre.

Y el resultado, por su parte, fue claro: la adopción de posiciones –empezando por las referidas a la crisis económica- nítidamente a la izquierda, encaminadas a construir un discurso que no entiende la realidad como una categoría inmodificable, sino que pretende modelarla de acuerdo con los intereses de la mayoría social.

En el terreno de la Unión Europea, ese fue sin duda el resultado de la Conferencia, que aprobó novedades particularmente significativas: la apuesta por la unión política federal; la prioridad de construir un gobierno económico que cuente con tesoro comunitario, armonización fiscal y presupuesto suficiente; el apoyo a la activación de la “Tasa Tobin”, emitir eurobonos y contar con una agencia europea de calificación de deuda; el empeño en que el Banco Central Europeo contribuya no solo a la estabilidad de precios sino a la consecución de los objetivos de crecimiento y empleo, lo que demanda la puesta en marcha de estímulos públicos orientados en esa dirección; la convicción de que la deuda no puede sustituir una fiscalidad progresiva imprescindible para el mantenimiento y desarrollo del estado del bienestar; la conformación de una Europa social con el mismo nivel normativo que le mercado único, como propone la Confederación Europea de Sindicatos (CES).

De esta forma, el PSOE alinea sus posiciones con las más avanzadas de la izquierda política y social, incluyendo al Partido Socialista Europeo y la CES, en un momento en que tanto la crisis como la respuesta europea a la misma entran en una nueva fase y es insoslayable reflexionar sobre si lo decidido hasta la fecha ha dado los resultados esperados o no.

La respuesta a la crisis necesita ser repensada, al menos en tres puntos:

- los ajustes han agotado su camino y se impone formular un plan europeo de estímulo económico, de forma que los países con excedentes alienten su demanda para favorecer el crecimiento de aquellos que se enfrentan al peligro de recesión y sufren altas tasas de desempleo: para ello es imprescindible contar con nuevos recursos nacionales (vía impuestos progresivos) y comunitarios, que pueden ser obtenidos a través de los eurobonos o la Tasa Tobin; además, el BCE debe rebajar los tipos de interés de una vez por todas: basta ya de fijarse en la orquesta (la inflación) cuando el barco pasa por problemas graves;

- es perentorio desmontar de una vez por todas los ataques especulativos contra la deuda nacional y los mercados bursátiles: junto a nuevas regulaciones que prohíban para siempre y en todos los casos las operaciones a corto o en descubierto en las Bolsas, se impone crear una Agencia Europea de Calificación de Deuda, cargar en todos los terrenos posibles contra las privadas que desestabilizan el mercado con sus decisiones, que el Banco Central Europeo siga comprando títulos de los estados miembros en la diana y emitir eurobonos;

- las decisiones de gobierno económico deben asumir que estamos en una Europa a dos velocidades y que la eurozona debe modificar sus procedimientos de toma de decisiones, para hacerlos más rápidos y eficaces, reformando el Tratado si es preciso.

En todas estas cuestiones, las diferencias entre izquierda y derecha son notorias. Y la Conferencia Política del PSOE, junto con los ataques contra el estado del bienestar en las comunidades autónomas gobernadas por la derecha, se ha encargado de subrayarlo.

Buenas noticias.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Impuestos progresivos frente a deuda o izquierda frente a derecha: López Garrido en El País


Diego López Garrido da en el clavo con el artículo que publica hoy en El País. En esta crisis, la izquierda se diferencia en muchas cosas de la derecha: una de ellas, ¿cómo conseguir ingresos públicos suficientes para mantener el estado del bienestar? Si es con impuestos progresivos, será factible concolidar y profundizar el estado del bienestar. Si es con deuda no, a no ser que se desmantele: eso es lo que ya están haciendo los gobiernos autonómicos del PP.

El giro fiscal de la izquierda europea

DIEGO LÓPEZ GARRIDO

05/10/2011

La crisis financiera y de deuda soberana de los países europeos es la "crónica de una crisis anunciada" desde el momento en que el mercado financiero privado no fue capaz de responder a la que estalló en 2007, creada y alimentada por su propia avaricia. Así que, apoyados en la Unión Europea, son los Estados quienes han tenido y tienen que parar el golpe y encontrar la solución.

En una primera fase (2008-2009) la reacción de estos fue ayudar a la banca, como siempre se ha hecho (mal) en los últimos 25 años: emitiendo deuda (pero no impuestos) y cargando con un peso insostenible a los Estados. No era la mejor solución, y la prueba es que nos hemos visto obligados a entrar en una segunda fase (2010-2011) de austeridad y ajuste severo, que penaliza al Estado de bienestar. Los recortes de gasto público siempre los sufren más las clases media y baja, consumidoras de los servicios esenciales. Además, se ha frenado visiblemente la economía creadora de empleo.

Estamos en una especie de callejón sin salida. Por eso, habrá que abordar, a partir de 2012, una tercera fase de la reacción frente a la crisis. Y solo nos queda un instrumento realmente efectivo, el que siempre ha tenido el Estado: los impuestos (no la deuda). Es lo único que puede dar a la Unión y a los Estados la capacidad de recuperar el crecimiento, en un momento de sequía crediticia para la inversión privada

¿Qué impuestos? La derecha optará por subir solo los impuestos indirectos, los que pagamos todos. La izquierda, por gravar al sistema financiero y a las mayores rentas personales o de capital, es decir, donde está el poder económico real, pero donde la carga tributaria es descaradamente menor (Buffett dixit).

Este es el debate de hoy en Estados Unidos, Europa y España. El debate de los impuestos. Sin impuestos progresivos no habrá una salida justa de la crisis, ni resucitará el crecimiento y el empleo. Es lo que venimos planteando en la izquierda desde hace tiempo, y ahora empieza a abrirse camino.

La pasada semana la Comisión Europea ha formulado como propuesta la tasa de transacciones financieras, que debería ir directamente a los presupuestos de la Unión, aligerando así lo que cada Estado aporta a estos.

La izquierda propone, además, tributos nacionales sobre las mayores rentas y propiedades. Empieza a vislumbrarse en Dinamarca y Finlandia, con nuevos Gobiernos de centro-izquierda. Estoy convencido de que lo mismo sucederá en Alemania, Francia e Italia tras las próximas elecciones generales, que cambiarán el signo de sus Gobiernos (ya está cambiando en los länder alemanes, en el Senado francés, en los municipios italianos). Se trata de lanzar programas de recuperación basados en impuestos progresivos y no en el recurso a la deuda nacional (que debería ser sustituida por eurobonos).

Este es un debate central en la campaña electoral española. El Partido Popular la da por ganada, pero su actitud empecinada de "no aumentar impuestos a los que más tienen" hace matemáticamente imposible la inversión en infraestructuras, el mantenimiento de la Sanidad y la Educación universales y gratuitas, y los demás servicios públicos. Es así de sencillo. Lo vemos en las muchas comunidades regidas por el Partido Popular, que ya han renunciado al impuesto de sucesiones y al impuesto del patrimonio. Ello contrasta, por cierto, con la mayor apertura a la imposición sobre la riqueza de los Gobiernos de Francia e Italia.

El rechazo de la derecha española a todo lo que huela a imposición progresiva sobre el capital, o la banca, o a cambios en el impuesto de sociedades (plagado de exenciones y deducciones que permiten su escandalosa evasión), esa postura del partido de Rajoy, digo, convierte en inviable no solo nuestro Estado social sino, además, el cumplimiento de los compromisos de reducción del déficit y consolidación fiscal (4,4 % de déficit para 2010 y 3 % para 2013) que España tiene contraídos con la Unión Europea.

Recientemente, un lúcido artículo de Bruce Bartlett (Financial Times, 26 de septiembre de 2011) ponía de relieve la enorme injusticia de los últimos 25 años de política fiscal conservadora en Estados Unidos -y en general en el mundo occidental- que han bajado los tipos máximos y privilegiado las rentas del capital, entregando a los más ricos cantidades espectaculares de dinero, supuestamente para que lo invirtieran, algo que no hicieron. Destruyeron así esa absurda teoría que justifica no gravar a los ricos para que así inviertan. Como si los no ricos no supieran gastar bien sus ingresos.

Según dice Bartlett, el aumento de los impuestos a las mayores rentas es el único medio de asegurar que el coste de la reducción del déficit se distribuya entre todos los sectores sociales. Es absolutamente irreal un descenso del déficit sin mayores ingresos fiscales, que lógicamente tienen que salir de las fortunas que la derecha se empeña en proteger.

En Europa se abre, pues, un periodo crucial en política económica (lo he llamado "tercera fase"), que deberá estar presidido por un contundente giro fiscal hacia los impuestos progresivos. Son el instrumento más poderoso que tenemos para el crecimiento que urgentemente necesitamos. Enfrentada a este cambio de paradigma fiscal, la derecha española lo tiene muy difícil para esconderse detrás del burladero de la indefinición y el secretismo de un programa que aboca a la ruptura con el Estado de bienestar.

lunes, 3 de octubre de 2011

Éxito de la Conferencia Política del PSOE: no nos vamos a dejar ganar

La Conferencia Política del PSOE ha sido un éxito. Como participante en la misma -que ha propuesto y defendido enmiendas, entre otras cosas-considero que ha servido para que los socialistas presenten una propuesta política clara y atractiva para que Españs siga progresando. Y, desde luego, para respaldar la frase que resume el espíritu que anima la candidatura de Rubalcaba: "no me voy a dejar ganar"